miércoles, 23 de enero de 2013

MINERO



Recuerdo perfectamente la primera vez que te vi. Con tu rostro enjuto y  curtido por el sol.
Habías pasado tus años jóvenes bajo tierra y después, como solías decir medio en broma, medio en serio, te empachaste de sol para desquitarte.
Tu corpulencia siempre me sorprendió. ¿Como un cuerpo tan grande podría moverse en espacios tan angostos? Suponía que para ser minero, había que ser pequeño.
 ¡Que curioso pensamiento!. ¿Acaso los túneles eran especiales para ti?.
Recuerdo perfectamente la sensación certera de conocer el interior de tu cuerpo. Tus pulmones teñidos de negro, del polvo respirado durante años de oscuridad, solo iluminada por la leve llama.
Y yo, con mis reproches, tan confundida estaba. Tú, dejándote la vida en el lado oscuro y yo al otro lado, tú en el malo y yo en el bueno. No mas reproches, lo prometo.
En que pensabas ahí abajo, cuando el silencio y la humedad lo llenaban todo de la más absoluta nada.
Acaso pensabas en ella, que te esperaba, temerosa de que no regresases.
Como los marinos, que se quedan a veces con las sirenas para siempre. Ella estaba celosa de la madre tierra, que te tenía secuestrado en sus entrañas, temía que no volvieses a casa cada noche.
Pero tu regresabas, al final de la jornada, cansado y sucio, pero vivo y feliz de regresar junto a ella. Entonces respiraba tranquila, te abrazaba y acariciaba tus músculos cansados, tensos.
Era vuestra vida, no podía cambiarse, solo vivirse. Solo cabía esperar para estar contigo todo el tiempo.
Pero tantas jornadas de anhelos y esperas le pasaron factura.
Mientras tus pulmones se llenaban de asbesto, su alma se llenaba de tristeza, inundada por la pena, hasta que ya no pudo resistirlo.
Cuando tus días de minero terminaron, ella ya no estaba.
Cuando podríais haber pasado los días juntos, ella ya no estaba.
Cuando la tierra te dejo libre para amarla, ella se había ido.
La mina se cerró un día para ti, saliste al sol resplandeciente del exterior y ya no te escondiste más.
Ella te observa desde las nubes y te espera, como cada noche.
Antes subías del subsuelo a la tierra, para estar con ella, ahora debes subir de la tierra al cielo. Porque tu amada te está esperando, MINERO.



 Relato presentado al Concurso de Microrrelatos mineros




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