Recuerdo
perfectamente la primera vez que te vi. Con tu rostro enjuto y curtido por el sol.
Habías
pasado tus años jóvenes bajo tierra y después, como solías decir medio en
broma, medio en serio, te empachaste de sol para desquitarte.
Tu
corpulencia siempre me sorprendió. ¿Como un cuerpo tan grande podría moverse en
espacios tan angostos? Suponía que para ser minero, había que ser pequeño.
¡Que curioso pensamiento!. ¿Acaso los túneles
eran especiales para ti?.
Recuerdo
perfectamente la sensación certera de conocer el interior de tu cuerpo. Tus
pulmones teñidos de negro, del polvo respirado durante años de oscuridad, solo
iluminada por la leve llama.
Y
yo, con mis reproches, tan confundida estaba. Tú, dejándote la vida en el lado
oscuro y yo al otro lado, tú en el malo y yo en el bueno. No mas reproches, lo
prometo.
En
que pensabas ahí abajo, cuando el silencio y la humedad lo llenaban todo de la
más absoluta nada.
Acaso
pensabas en ella, que te esperaba, temerosa de que no regresases.
Como
los marinos, que se quedan a veces con las sirenas para siempre. Ella estaba
celosa de la madre tierra, que te tenía secuestrado en sus entrañas, temía que
no volvieses a casa cada noche.
Pero
tu regresabas, al final de la jornada, cansado y sucio, pero vivo y feliz de
regresar junto a ella. Entonces respiraba tranquila, te abrazaba y acariciaba
tus músculos cansados, tensos.
Era
vuestra vida, no podía cambiarse, solo vivirse. Solo cabía esperar para estar
contigo todo el tiempo.
Pero
tantas jornadas de anhelos y esperas le pasaron factura.
Mientras
tus pulmones se llenaban de asbesto, su alma se llenaba de tristeza, inundada
por la pena, hasta que ya no pudo resistirlo.
Cuando
tus días de minero terminaron, ella ya no estaba.
Cuando
podríais haber pasado los días juntos, ella ya no estaba.
Cuando
la tierra te dejo libre para amarla, ella se había ido.
La
mina se cerró un día para ti, saliste al sol resplandeciente del exterior y ya
no te escondiste más.
Ella
te observa desde las nubes y te espera, como cada noche.
Antes
subías del subsuelo a la tierra, para estar con ella, ahora debes subir de la
tierra al cielo. Porque tu amada te está esperando, MINERO.
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