miércoles, 26 de diciembre de 2012

ME DEJASTE


Tus pasos recorrían la calle en dirección contraria. Aquella en la que nos conocimos y recorrimos tantas veces juntos, cogidos de la mano.
Tu silueta, fusionada entre las partículas etéreas de la densa niebla, me pareció desconocida. Todo se desdibujaba, delante de mí.
Había recorrido tu cuerpo infinitas veces y ahora, parecías un extraño.
Ni siquiera volviste la vista atrás.
Desde arriba, a cada lado de la calle, las farolas, soberbias y orgullosas, eran testigos de tu marcha.
Me pareció estar en un mundo irreal, alternativo. En un limbo inmaterial, sola. ¿Dónde estaba el sol?. No podía verlo.
Te llamé a gritos, pero ni siquiera yo oí mi voz. Era definitivo, rotundo.
Noté, de repente, una calida humedad cayendo por mi mejilla, hasta la comisura de mis labios.
Creí que era la niebla la que me mojaba la cara… pero era la única lágrima que derrame por ti.