Tus pasos recorrÃan la calle en dirección contraria. Aquella en la que nos conocimos y recorrimos tantas veces juntos, cogidos de la mano.
Tu
silueta, fusionada entre las partÃculas etéreas de la densa niebla, me pareció
desconocida. Todo se desdibujaba, delante de mÃ.
HabÃa
recorrido tu cuerpo infinitas veces y ahora, parecÃas un extraño.
Ni
siquiera volviste la vista atrás.
Desde
arriba, a cada lado de la calle, las farolas, soberbias y orgullosas, eran
testigos de tu marcha.
Me
pareció estar en un mundo irreal, alternativo. En un limbo inmaterial, sola.
¿Dónde estaba el sol?. No podÃa verlo.
Te
llamé a gritos, pero ni siquiera yo oà mi voz. Era definitivo, rotundo.
Noté,
de repente, una calida humedad cayendo por mi mejilla, hasta la comisura de mis
labios.
CreÃ
que era la niebla la que me mojaba la cara… pero era la única lágrima que
derrame por ti.
Microrrelato inspirado en la fotografÃa Niebla en Sol de Javier Fernández Gorrionero
Me ha gustado mucho como has narrado esta escena de despedida y el final...de esa única lágrima derramada.
ResponderEliminarLa excelente fotografÃa transmite perfectamente tu relato.
Un cordial saludo y felicitaciones.
Ramón
Ramón, te invito a todas mis lecturas, tus comentarios son muy bienvenidos.
EliminarOtro abrazo para ti.
Única lágrima a modo de despedida.
ResponderEliminarEn pocas palabras expresas como una persona que es el centro de tu vida puede pasar a ser un perfecto desconocido en un segundo.
Bonito relato.
Asà de rotunda es la realidad. El amor y la indiferencia comparten una sutil lÃnea común.
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