Es
precisamente el tiempo el mayor de los tesoros.
Por
eso te lo dedico y lo cedo sin mesura.
Me
gustaría poder emplearlo en todas las misiones de la vida.
En
ocasiones pensamos que para ser feliz hay que hacer cosas rebuscadas. Y no es
así.
La
felicidad esta a la vuelta de la esquina, solo hay que salir de casa, caminar
en la dirección apropiada y ponerse manos a la obra.
Moverse,
no pretender que venga a buscarnos a nuestra urna de cristal.
Debemos
“mojarnos”, empaparnos si cabe, de las gotas de infortunio que nos rodean, y
secarnos unos a otros.
Me
gustaría abrir con tu llave la puerta del otro mundo. Ese en el que la gente no
sufre.
No
hay guerras y la gente no muere, ni es mutilada por otros que se suponen sus
iguales.
No
hay hambre y los niños no mueren porque sus padres no pueden alimentarlos.
No
hay enfermedades, porque todo el mundo tiene asistencia sanitaria de calidad y
medicamentos y cuidados profesionales.
No
hay violencia, porque todos nos comunicamos, nos entendemos. Los problemas se
hablan y se resuelven , se utilizan argumentos racionales. Se respetan las
creencias de los demás. No se pretende imponer a nadie las ideas propias.
No
hay sufrimiento, las personas no se sienten solas y desamparadas en un mundo
impersonal.
No
hay dolor… pero no es real.
Por
eso lo miro desde el otro lado. Desde el lado de la realidad, que me permite
darme a los demás.
Cada
minuto invertido en una causa justa, en una persona necesitada, es una
inversión de futuro. Para uno mismo y para el mundo que tenemos entre manos.
En
este mundo real, lleno de conflictos entre personas, entre naciones y entre lo
que queremos y lo que podemos. Hay mucho que hacer.
No
podemos quedarnos contemplando la realidad a través del cristal ahumado de
nuestras enormes gafas de sol de diseño italiano.
La
realidad no esta teñida de humo, es tangible y dolorosamente cruda en
ocasiones. Pero maravillosa siempre.
Cada
mañana, pase lo que pase, sale de nuevo el sol para alumbrarnos en el camino de
la solidaridad.
No
hay mayor riqueza que la que se puede compartir con otros. No hay mayor placer
que hacer el bien a los demás y que se beneficien de tu ayuda.
Dando
tan poco recibes tanto. Hay tantas maneras de hacerlo. Infinitas.
El
dinero no lo arregla todo, (aunque estropea muchas cosas), sólo es una más de
las herramientas a utilizar.
Necesito
saber que todo es posible, solo hay que proponérselo.
Sino
en que mundo viviría.
Si
nadie ayudase, me querría mudar.