lunes, 10 de diciembre de 2012

PURO VIEJO


Recuerdo perfectamente aquella sensación en el paladar.
El sabor me recordaba a mi infancia, cuando mi abuela nos daba galletas para “mojar” en el vino dulce.
Ahora los niños no beben, pero es que yo pertenezco a otra época.
Aquel vino de Jerez, puro viejo, podía casi masticarse. Tenía un cuerpo de textura como melosa y un sabor que te calentaba el alma y te transportaba en el tiempo.
Y en el espacio, porque menudo sitio aquel, la bodega “El Castillito”. Un lugar indescriptible, donde el tiempo había detenido su paso. Anclado en el pasado. Con una luz peculiar, un olor a vino dulce que lo inundaba todo y una estampa como de pintura costumbrista.
Bebimos juntos, cuatro amigos, brindamos por los buenos ratos pasados en compañía. Las cosas cambian, pero aquel momento nadie nos lo quitara. Dejo su impronta.
Disfrutamos mucho de aquellos días, de nuestras parejas, de la gente, acogedora, del clima, del vino generoso, de la vida.



Relato presentado al  I CERTAMEN DE MICRORRELATOS “CARDENAL MENDOZA”


2 comentarios:

  1. Tengo el mismo recuerdo. Las galletas y el vino dulce iban acompañados de una familia numerosa, risas, encuentros y una infancia que no cambio por nada.

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    1. La infancia es el lugar de la memoria en el que guardamos los tesoros más preciados. Sin duda.

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