viernes, 6 de febrero de 2015

SOMOS UN CLAN

Os voy a contar un secreto. 
En mi familia todos hablamos muy alto, sobre todo las mujeres. Supongo que para decirle al mundo que estamos ahí. Y muy deprisa, se nos amontonan las ideas, se nos amontonan las preguntas, somos así. Lo llevamos impreso en nuestra cadena de ADN, nuestra información genética lo dice. No hay más que tomar una muestra al azar,  al más puro estilo CSI,  de nuestros cabellos o fluidos y ponerla en el microscopio.  Se ve perfectamente como las células departen animadamente, todas a la vez, sobre esto y lo otro, como se reúnen para merendar y tomar cafetitos, como quedan para ir al mercado de las mitocondrias los jueves por la mañana.
Si nuestras células lo hacen, nosotras con más razón.

Las reuniones familiares tienen un nivel de decibelios que puede llegar a ser lesivo para el oído interno, sobre todo, para los miembros de la familia que han venido a formar parte de la misma por el sacramento del santísimo matrimonio pero que no tienen aún inoculado en sus genes el ADN familiar. Eso si, son la mar de gratificantes, nos hacen sentir bien, tenemos un arraigado sentimiento de pertenencia al grupo, somos una familia, somos un clan.

Fruto del amor de mis padres y de que en el siglo pasado solo existían la primera y la segunda cadena de TVE, nacieron tres hijos… ¿porque pensáis que ha descendido tanto la tasa de natalidad?, pues esta claro: hay demasiados canales de televisión y es que así es imposible.
Mis hermanos y yo somos como un manojo de globos llenos de helio, flotando en el aire, dándole color a la vida.
Yo nací la primera, soy la que esta mas cerca de las nubes, tengo la cabeza llena de pájaros, flotando, idealista.
Mi hermana vino al mundo después de mí, es la que esta más cerca del suelo, tiene los pies en la tierra, esta más abajo pero también es un poco soñadora.
Y mi hermano, que vino a completar la triada,  esta en el punto medio, a veces es de lo más sensato y otras te viene con uno de sus proyectos divertidos e imposibles. 
Yo le digo: 

         - Yo pongo el tiempo y tú el dinero - pero creo que no cuela.

Mi hermana dice que para leer mi blog hay que hacerlo sin haber bebido vino, no se si se refiere a que es demasiado profundo o a todo lo contrario.
A lo mejor lo que hay que hacer es precisamente beber primero, porque si no, no hay quien lo entienda.
Pero hay quien no hace caso de tal consejo, pues el sábado pasado estuvimos en la boda de mi primo el pequeño (que claro, ya es grande) y  a Eloy sólo se le ocurre, entre plato y plato, y con vino de por medio, leer “El amor es umami”, con el consiguiente descubrimiento y sentimiento de revelación, que alteró su percepción de la realidad y le dieron ganas de hacerle a mi prima Elena el chiquillo, ¡que peligro!.

Es lo que tienen las bodas, que con tantas emociones a flor de piel, con tanta mujer bella, con tanto chico guapo y trajeado, con tanto cóctel de champán, vino y sorbete de mandarina, pasa lo que pasa.
Pues resulta que nos brotan los instintos mas carnales y puede pasar de todo. Y todo bueno.
Como me decía mi prima Ángela cuando nos marchábamos para casa:

         - Pero ¿a donde vais? 
         - Pues a casa, a hacer el amor - respondí yo.

En realidad iba a dormir y a dejar descansar a mis torturados pies, pero quedó bien así.

Bueno, que conste que este blog esta escrito sin rastro alguno de sustancias toxicas o estupefacientes en mi organismo, excepto las hormonas que pasean por mi cuerpo en cada momento, que no es poco.
Es que yo no fumo, ni tampoco bebo, que luego digo tonterías.
Eso si, el sábado, algún sorbito de vino y un poco de ginebra aromatizando la tónica, me ayudó a tirar de la lengua al personal.
Es lo que tiene mi familia, que somos todos muy expresivos, lo damos todo, lo contamos todo, lo llevamos en los genes. Y a los que duermen con nosotras, se les acaba pegando.

Me encantan las bodas familiares, nos juntamos todos los primos, nos reímos y divertimos como el sábado, cantamos, bailamos, disfrutamos mucho juntos.
Es una pena que Luis y Ángela, hayan cerrado el círculo. Pero estoy muy feliz por ellos.

Me recuerdan a mi propio matrimonio, cuando se comienza la aventura de estar juntos como marido y mujer es todo muy especial. Es una de las mejores etapas de la vida de pareja, al menos hasta que llegan los hijos. Y es que ya lo decía una amiga cocinera:

        - El que no tiene hijos, no sabe lo que gana, ni lo que se pierde.

En realidad el circulo no esta del todo cerrado, nos quedan Eva y Rafa, que se están haciendo los remolones.
Si se casan, de seguro no será una boda convencional, será diferente, especial, genial.
Puede que estén esperando a que se abra la temporada de los viajes a la luna, para celebrarlo allí o simplemente que estén bien así y no quieran probar, por si se estropea.

A nosotros nos da igual, no tenemos prisa. Saben que donde sea, cuando sea y como sea, allí estaremos, su familia, con ellos, su clan.

No se que tiene mi familia, que como en el cuento de garbancito, el que entra no sale.


Os quiero SIEMPRE en mi camino a la cima, quiero estar SIEMPRE en el vuestro.

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