lunes, 3 de marzo de 2014

PEDIATRÍA INVERSA


Hace años que practico la pediatría inversa, y cuanto más lo hago, más libre me siento para criar a mis hijos con la fiabilidad que da el amor.
La pediatría inversa, consiste básicamente en hacer muy poco de lo que te dice tu pediatra, comprar muy pocas cosas de las que recomiendan las casas comerciales y los laboratorios especializados en productos para bebes, no hacer mucho caso de lo que dicen las revistas especializadas y mucho menos aún de adquirir toda la retahíla de artilugios que hacen de ti una madre maravillosa según El Corte Japonés. 
¡Que no, que la maternidad no es eso!
Y es que, con cada nuevo hijo, aprendes a prescindir de lo superfluo y a centrarte más en tu bebe y menos en las cosas que compras para él.
Por esta razón, el tamaño de la maleta que llevas cuando viajas con ellos, es inversamente proporcional al número de hijos que tienes. Confirmado.

Durante los nueve meses de embarazo de mi primogénita,  me dediqué, además de a cuidar mi cuerpo de futura madre, a hacer acopio de todo tipo de cremas para la higiene y aseo de mi bebe. De resultado de aquel arsenal, el baño de mi pequeña hija, se convirtió en un desfile de productos específicos y caros para aplicar en su cabecita, en su cuerpecito, en su carita, en su culito…y resultó, que tanta higiene, propicio que mi niña desarrollase un eccema por todo su cuerpo. Su pediatra, nos dijo, que era porque tenía un poco de atopía. Así cualquiera, si te refrotan a diario con un montón de potingues, lo normal es que te vuelvas atópica. Y claro está, la piel atópica se “cura” con más cremas de esas que valen un dineral. Es todo un círculo vicioso, que se soluciona bañando a los niños con el equivalente a una lenteja de jabón, sin esponja, por supuesto, que sólo es un almacén de gérmenes viviendo en un paraíso de humedad y calorcito.
 Mucho mejor una “ducha express” como les digo yo:

        - Es que tenemos que ir al corte ingles a comprar el tapón de la bañera hijos

Después, se seca bien su cuerpecito, con una toalla de algodón de las de toda la vida, se hidrata con un poquito de leche corporal sin perfume y se les viste con prendas de fibras naturales y no los acrílicos que les hacen sudar y no transpiran.
Y ya está, todo arreglado, como decía el anuncio, “culito limpio, bebe feliz”.

Durante los nueve meses de embarazo de mi primogénita, me dediqué, también, a devorar todo tipo de lecturas relacionadas con la maternidad y la crianza de los hijos. Y descubrí con el tiempo, que parte de aquello, estaba equivocado, o simplemente, no me servía.
Y es que los niños lloran porque no sabe hablar, si tuvieran acabada la licenciatura de "filología hispánica" te lo dirían con palabras. Pero como no es el caso,  lloran con amargura, esperando a que "la madre que les parió" se digne a tomarles en sus brazos, mientras piensan: 

        - Mira mamá te estoy llamando porque me he hecho caca y me gustaría que me cambiases, resulta que llevo un buen rato llorando y no se cuando piensas venir,  es que te estas poniendo un poco pesadita con el método Tontill.  


La verdad es que, cuando descubrí que dormir a tus hijos en brazos, es uno de los mayores placeres de la vida, efímero y pasajero, fue para mí una revelación. 
No lo pienso desperdiciar.

Durante los nueve meses de embarazo de mi primogénita, escuche todo tipo de comentarios, típicos, tópicos, del tipo:

        -A ver si te come bien la niña...

Estos te marcan para siempre y consiguen que, coma lo que coma tu bebe, siempre te parezca poco.  

        - Si es que no come nada esta criatura.


Pero en realidad, comen básicamente lo que necesitan, y generalmente, mejor de lo que les gusta, vamos lo normal, como los adultos, que de lo que nos gusta comemos sin problema y lo que no, sólo lo tomamos si estamos muertitos de hambre.
No se porque, nos empeñamos en que para los niños sea diferente.
No se porque, nos empeñamos en hacer de la hora de la comida una lucha para padres y un sufrimiento para hijos.
La comida debe ser puro placer, no solo cubre una necesidad vital, también supone para el bebe conocimiento, exploración, disfrute… 
Dejemos que sea así sin ponernos las expectativas muy altas. Disfrutemos de alimentar a nuestros hijos, también se puede. 

Otro asunto objeto de discrepancia clara con el gremio sanitario, son las chuches. Cada vez que voy a la consulta de la pediatra, me recuerda que no le de chucherías a mis hijos, y digo yo, que aunque es su obligación decírmelo, y teniendo en cuenta que tengo tres hijos, con una vez bastaría, ¿no?.  
Me dan ganas de decirle, que yo a mis hijos les doy caramelos, patatas fritas, nubes de algodón, gominolas, “peta zetas”, regaliz, helados y todo aquello que les haga felices. Eso si, después de merendar. 

        - Mamá, quiero una chuche - dice Mateo.

        - Vale, pero después del zumo sin pulpitas - le respondo.
¡Que tampoco hay que pasarse!, que las cosas ricas son para disfrutarlas, que los niños toda la vida han comido caramelos, que yo habré comido kilos y tengo todas las piezas de mi dentadura original. 
Y además, sino, de que vivirían los dentistas…
Otra cosa muy importante a tener en cuenta antes de la maternidad, es mirar muy bien con quien se tienen los hijos. Yo lo he dicho siempre, cuando la gente (otras madres fundamentalmente) me dice que tengo suerte, porque mi marido y padre de mis tres hijos, cuida mucho de ellos. Y es que ser madre en solitario, es una opción muy respetable, pero supongo yo, que bastante mas cansada que serlo acompañada. Yo eso lo tuve claro desde el principio, no fue suerte, la suerte se encuentra, yo lo busque así.
Es como en la época de los cromañones, en que los machos llevaban a su hembra a la caverna arrastrándola por la melena (que romántico) y las hembras preferían a los machos de mandíbula cuadrada y mentón prominente y a aquellos que tenían mejores aptitudes para la caza y podían abastecer a la prole.
Pues ahora la cosa no ha cambiado mucho, se busca un buen ejemplar de “homo sapiens” sano, fuerte y comprometido, se tienen tres hijos con él y a seguir por el camino a la cima.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

déjame tus palabras, acompañando a las mías...