Hace años
que practico la pediatría inversa, y cuanto más lo hago, más libre me siento para
criar a mis hijos con la fiabilidad que da el amor.
La pediatría
inversa, consiste básicamente en hacer muy poco de lo que te dice tu pediatra,
comprar muy pocas cosas de las que recomiendan las casas comerciales y los
laboratorios especializados en productos para bebes, no hacer mucho caso de lo que
dicen las revistas especializadas y mucho menos aún de adquirir toda la retahíla de
artilugios que hacen de ti una madre maravillosa según El Corte Japonés.
¡Que no, que la maternidad no es eso!
¡Que no, que la maternidad no es eso!
Y es que,
con cada nuevo hijo, aprendes a prescindir de lo superfluo y a centrarte más en
tu bebe y menos en las cosas que compras para él.
Por esta
razón, el tamaño de la maleta que llevas cuando viajas con ellos, es
inversamente proporcional al número de hijos que tienes. Confirmado.
Durante los nueve meses de embarazo
de mi primogénita, me dediqué, además de a cuidar mi cuerpo de
futura madre, a hacer acopio de todo tipo de cremas para la higiene y aseo de
mi bebe. De resultado de aquel arsenal, el baño de mi pequeña hija, se convirtió
en un desfile de productos específicos y caros para aplicar en su cabecita, en
su cuerpecito, en su carita, en su culito…y resultó, que tanta higiene, propicio
que mi niña desarrollase un eccema por todo su cuerpo. Su pediatra, nos dijo, que
era porque tenía un poco de atopía. Así cualquiera, si te refrotan a diario con
un montón de potingues, lo normal es que te vuelvas atópica. Y claro está, la
piel atópica se “cura” con más cremas de esas que valen un dineral. Es todo un círculo
vicioso, que se soluciona bañando a los niños con el equivalente a una lenteja
de jabón, sin esponja, por supuesto, que sólo es un almacén de gérmenes viviendo
en un paraíso de humedad y calorcito.
Mucho mejor una “ducha express” como les digo yo:
- Es que tenemos que ir al corte ingles a comprar el tapón de la bañera hijos…
Después, se seca bien su cuerpecito, con una toalla de algodón de las de toda la vida, se hidrata con un poquito de leche corporal sin perfume y se les viste con prendas de fibras naturales y no los acrílicos que les hacen sudar y no transpiran.
Mucho mejor una “ducha express” como les digo yo:
- Es que tenemos que ir al corte ingles a comprar el tapón de la bañera hijos…
Después, se seca bien su cuerpecito, con una toalla de algodón de las de toda la vida, se hidrata con un poquito de leche corporal sin perfume y se les viste con prendas de fibras naturales y no los acrílicos que les hacen sudar y no transpiran.
Y ya
está, todo arreglado, como decía el anuncio, “culito limpio, bebe feliz”.
Durante los nueve meses de embarazo
de mi primogénita,
me dediqué, también, a devorar todo tipo de lecturas relacionadas con la
maternidad y la crianza de los hijos. Y descubrí con el tiempo, que parte de
aquello, estaba equivocado, o simplemente, no me servía.
Y es que
los niños lloran porque no sabe hablar, si tuvieran acabada la licenciatura de "filología
hispánica" te lo dirían con palabras. Pero como no es el caso, lloran con
amargura, esperando a que "la madre que les parió" se digne a tomarles en sus
brazos, mientras piensan:
- Mira mamá te estoy llamando porque me he hecho caca y me gustaría que me cambiases, resulta que llevo un buen rato llorando y no se cuando piensas venir, es que te estas poniendo un poco pesadita con el método Tontill.
- Mira mamá te estoy llamando porque me he hecho caca y me gustaría que me cambiases, resulta que llevo un buen rato llorando y no se cuando piensas venir, es que te estas poniendo un poco pesadita con el método Tontill.
La verdad
es que, cuando descubrí que dormir a tus hijos en brazos, es uno de los mayores
placeres de la vida, efímero y pasajero, fue para mí una revelación.
No lo pienso desperdiciar.
No lo pienso desperdiciar.
Durante los nueve meses de embarazo
de mi primogénita,
escuche todo tipo de comentarios, típicos, tópicos, del tipo:
-A ver si te come bien la niña...
Estos te marcan para siempre y consiguen que, coma lo que coma tu bebe, siempre te parezca poco.
- Si es que no come nada esta criatura.
-A ver si te come bien la niña...
Estos te marcan para siempre y consiguen que, coma lo que coma tu bebe, siempre te parezca poco.
- Si es que no come nada esta criatura.
Pero en
realidad, comen básicamente lo que necesitan, y generalmente, mejor de lo que
les gusta, vamos lo normal, como los adultos, que de lo que nos gusta comemos
sin problema y lo que no, sólo lo tomamos si estamos muertitos de hambre.
No se
porque, nos empeñamos en que para los niños sea diferente.
No se porque, nos empeñamos en hacer de la hora de la comida una lucha para padres y un sufrimiento para hijos.
No se porque, nos empeñamos en hacer de la hora de la comida una lucha para padres y un sufrimiento para hijos.
La comida
debe ser puro placer, no solo cubre una necesidad vital, también supone para el
bebe conocimiento, exploración, disfrute…
Dejemos que sea así sin ponernos las expectativas muy altas. Disfrutemos de alimentar a nuestros hijos, también se puede.
Dejemos que sea así sin ponernos las expectativas muy altas. Disfrutemos de alimentar a nuestros hijos, también se puede.
Otro asunto
objeto de discrepancia clara con el gremio sanitario, son las chuches. Cada vez
que voy a la consulta de la pediatra, me recuerda que no le de chucherías a mis
hijos, y digo yo, que aunque es su obligación decírmelo, y teniendo en cuenta
que tengo tres hijos, con una vez bastaría, ¿no?.
Me dan
ganas de decirle, que yo a mis hijos les doy caramelos, patatas fritas, nubes de
algodón, gominolas, “peta zetas”, regaliz, helados y todo aquello que les haga
felices. Eso si, después de merendar.
- Mamá, quiero una chuche - dice Mateo.
- Vale, pero después del zumo sin pulpitas - le respondo.
- Mamá, quiero una chuche - dice Mateo.
- Vale, pero después del zumo sin pulpitas - le respondo.
¡Que
tampoco hay que pasarse!, que las cosas ricas son para disfrutarlas, que los
niños toda la vida han comido caramelos, que yo habré comido kilos y tengo
todas las piezas de mi dentadura original.
Y además, sino, de que vivirían los dentistas…
Y además, sino, de que vivirían los dentistas…
Otra cosa
muy importante a tener en cuenta antes de la maternidad, es mirar muy bien con
quien se tienen los hijos. Yo lo he dicho siempre, cuando la gente (otras
madres fundamentalmente) me dice que tengo suerte, porque mi marido y padre de
mis tres hijos, cuida mucho de ellos. Y es que ser madre en solitario, es una
opción muy respetable, pero supongo yo, que bastante mas cansada que serlo
acompañada. Yo eso lo tuve claro desde el principio, no fue suerte, la suerte se
encuentra, yo lo busque así.
Es como
en la época de los cromañones, en que los machos llevaban a su hembra a la
caverna arrastrándola por la melena (que romántico) y las hembras preferían a
los machos de mandíbula cuadrada y mentón prominente y a aquellos que tenían
mejores aptitudes para la caza y podían abastecer a la prole.
Pues
ahora la cosa no ha cambiado mucho, se busca un buen ejemplar de “homo sapiens”
sano, fuerte y comprometido, se tienen tres hijos con él y a seguir por el
camino a la cima.
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