viernes, 14 de marzo de 2014

MI BOLSO Y YO

Tengo un bolso como el de Margarita Seisdedos, aquella señora que golpeaba a diestro y siniestro a quien se metiese con su hija, mientras le preguntaban si llevaba dentro un ladrillo. Pues lo mío parecido.
Yo no necesito spray antivioladores, es que soy cinturón amarillo-naranja de karate y entre eso y mi bolso, nadie se atrevería a atacarme.
Las leyes de la física están a mi favor, si sujeto con fuerza por el asa y cojo carrerilla, podría tumbar a un hombre de 100 Kg. Sin dificultad. Mi bolso es mi guardaespaldas.
La lista de elementos contenidos en su interior es tan prolija que, de seguro, me olvidare de alguno.
o           Cartera: eso es imprescindible, llena de tarjetas, aunque la mitad no sirvan para nada, dinero poco, eso si, pero la carterita en cuestión mide 25 x 15.
        Por fortuna, no la encontré más grande, que me doy miedo.
o           Monedero: es que las moneditas no pueden ir en la cartera, porque se deforma, tienen que ir en su monedero, ese si, lleno hasta arriba, pesa por si solo como cuarto Kg. de jamón york, pero justo cuando vas a pagar la OLA  no tienes cambio suficiente. ¡Que cosas!.
o           Paquete de clínex: yo, como soy mocosa, llorona y tengo tres niños, siempre llevo clínex. Uno o dos paquetes, pero hasta que no se acaban, no repongo y que casualidad, el día que vienen mis hijos con las manos pringadas de helado, se me ha terminado el paquete y acabo limpiándoles con el foulard. ¡Que vida esta!. Porque claro, mi marido, que también lleva bolso, NUNCA lleva clínex. Pero entonces:
                     -¿Para que te sirve el bolso cariño?,  ¿para darle un toque femenino a tu look?.
o           Rímel: imprescindible para la vida moderna, lo metí en el bolso un día cualquiera no se muy bien para que y no lo he usado nunca.
o           Brillo de labios: otro articulo de primerísima necesidad, vamos que normalmente me doy el bálsamo de labios con los dedos, todo glamour y el brillo, lo paseo como a Miss Daisy.
o           Bálsamo labial: ese si que lo uso, porque voy por el mundo lavándome los dientes en cualquier sitio y después me aplico un poco, refrotando con mis deditos, que si utilizo directamente la barra, me llevo la mitad. Claro, es lo que tiene llevarlo todo recociéndose en el bolso.
o           Cepillo de dientes y pasta: por si como por ahí, o en casa de mis padres, para lavarme los dientes después de desayunar en el coche camino al trabajo.
        Es un básico, como las chaquetas de Zara.
o           Llaves de casa: con un pedrusco por llavero y un buen manojo de llaves, pesadas y ruidosas, imprescindible.
        Eso no es por presumir, básicamente, es por poder entrar en casa.
o           Llaves del coche: es bastante importante llevarlas, sobre todo si pretendes llevar el coche a algún sitio. Digo yo.
o           Teléfono móvil: yo como soy un poco antigua, tengo uno pequeño, pero he visto por ahí cada terminal, que vamos, el mío es como la cama de un hámster, pero los otros parecen la cama de un gato.
o           Auriculares del teléfono: por si acaso, para escuchar la radio, o las grabaciones de audio que hago por la calle para transcribir a mis post.
        Con su fundita, claro está, para que no se estropeen.
o           Agenda: esto es para compensar lo del móvil. Es de tamaño A5, grandecita, con anillas, muchas hojas y papelitos metidos entre ellas. Pero es imprescindible, para apuntar las citas con la pediatra de mis hijos, el dentista de mi marido o mi sesión de depilación. Cuestiones estas fundamentales para la vida terrícola.
o           Bolígrafo: Es curioso, llevo un bolígrafo sujeto en la anilla de la libreta. Cuando salgo a tomar el café, no llevo la libreta para aligerar peso y entonces se me ocurre algo que escribir y no tengo bolígrafo, llevo un bolso con cinco kilogramos de contenido variado y no tengo bolígrafo, eso si, llevo rímel, brillo labial, chicles, caramelos… ¡la ley de Murphy, que se impone sin piedad!.
o           Caramelos: siempre llevo un arsenal para amansar a mis “fieras”. Si tienen la boquita ocupada, no pueden gritar ni protestar. ¡Perfecto!.
o           Chicles: que ni siquiera me gustan, pero valen para mis niños y para su padre que es mas aficionado.
o           Piruletas: entra en el apartado de caramelos, pero le dedico su punto propio porque esas me las como yo. Y de las grandes, de las que te dejan la lengua bien roja , ¡me encantan!.
o           Juanolas: es lo que tiene ser cantante amateur, durante el curso escolar tengo ensayo del coro y me vienen muy bien... aunque saben a rayos, por cierto.
o           Horquillas, gomas, pinzas para el pelo: aperos varios, que me voy poniendo y quitando de estos pelos míos o de los de mi hija.
o           Gafas de sol: mis gafas de sol son grandes, desde que la Sra. Beckham puso de moda las maxigafas, nunca más he podido encontrar una funda de gafas de las de antes, de tela y con una cinta para apretar. Ahora llevo una funda rígida, de cremallera, gigante, que serviría incluso para meter el bocadillo que llevo a la playa y no me entra la botellita del agua por los pelos.
        Solo le falta ser térmica, sería perfecto.
o           Pendrive: menos mal que es pequeñito, ocupa poco, pero no deja de ser un trasto mas que añadir a la lista, llevo mis fotos, mis cositas, mis escritos del blog a todas partes.
o           Toallitas húmedas: la evolución del pañuelo de papel hecho realidad. Sirven para todo, para limpiar las manos de tus lindos retoños, antes de que se las limpien en la seda de tu vestido, para quitar una inoportuna manchita de comida cuando tienes que ir a algún sitio y te pones una medalla del aceite de la ensalada, para cualquier cosa que se te ocurra. Pero la verdad es que abultan bastante en el bolso.
o           Papeles variados: increíble, yo suelo meterlos en la agenda, pero ellos tienen vida propia y prefieren campar a sus anchas por mi bolso, libres.
        Llevo desde la lista de la compra, hasta dibujos de mi hija o el vale del súper para canjear por “no se que”, que además esta caducado desde hace 3 meses.
o           Kit femenino: cuando tengo la regla, llevo además una carterita añadida, que no pesa mucho, pero abulta un montón.
        Podría tener tres reglas seguidas sin reponerla, soy un poquito exagerada.
o           Maquillaje: y ya, el día que no me da tiempo a maquillarme, pues tengo que hacerlo en el coche, como toda la vida le vi hacer a mi madre… y yo pensando que era imposible, pues no, se puede incluso dar la mascara de pestañas sin problema. Ese día llevo kilo y medio más de lastre.

Con este surtido arsenal en mi bolso, no es de extrañar que tenga unos bíceps espectaculares, de llevar semejante peso a diario por ahí.
El caso es, que si saco alguna cosita para aligerar, me encuentro con que justo lo que he sacado me hace falta, ¡que casualidad!.
Ahora entiendo porque hacen cada vez los bolsos más grandes, es porque saben que yo cada vez meto mas cosas.

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