miércoles, 29 de enero de 2014

LAGRIMAS


Tengo una carpeta llena de documentos Word que a su vez están vacíos o llenos de frases inconexas. Son mis “brainstorming”, todas esas frases sueltas, ideas, inspiraciones que me vienen a la cabeza en los momentos mas inverosímiles, vamos en cualquier sitio...
- Horror, si estoy en la fila del mercadona, ¿donde lo apunto?, en el rollo de papel higiénico, ¿alguien tiene un boli?, se me va a olvidar…
El año pasado, por mi cumpleaños, mi amiga Marisa, esa a la que le tiraría los trastos si fuera un tío, me regalo una preciosa libretita de tacto suave, imán en la portada, dibujo como de caleidoscopio y que tiene incluso un marcador de paginas que es una cinta con un pequeño contrapeso en el extremo, vamos es una autentica “monada”. Me dijo:
- Para que recuperes tu afición por la escritura…  
Y casi un año después, la he sacado del cajón y la he llenado con mi personal tormenta de ideas.
Pues de resultas de tan nutrido conjunto de “títulos” para mis escritos, he decidido que hoy, que esta lloviendo, estoy premenstrual y poco inspirada, voy a escribir sobre el llanto.
En realidad, soy una experta. Después de años de practicas intensivas, tengo ya un master, que digo, un doctorado en “lagrimología”, con tantas horas de formación, que aunque lo pasase a créditos, no me llegarían los números. Como diría mi amiga Mónica, "soy doctora (consorte) porque mi marido es doctor", aunque en mi caso si mi marido es cabo, supongo que yo soy “caba”.
La verdad es que he debido de llorar el equivalente a las reservas hídricas de mi comunidad autónoma. Los acuíferos de mi tierra se han nutrido de mí.
Cuando era pequeña viajaba con mis padres y mis hermanos a los sitios más divertidos y soleados de esta España nuestra y siempre, siempre me mareaba. Y yo, ilusa de mi, pensaba que viajando más y más, algún día se me pasaría, que me acostumbraría y no volvería a marearme.
- Mama voy a “gomitar”.
Pues más o menos lo mismo me pasaba con el llanto, pensé que de tanto llorar, me acostumbraría y lloraría cada vez menos, y por desgracia… así es.
Eso no quiere decir que ya no llore, sigo haciéndolo, pero cada vez con menos frecuencia. Supongo que me estoy haciendo mayor, es como imaginar, cuando somos niños no nos cuesta, cuando vamos siendo mayores, no nos sale.
Llorar tiene tantas ventajas que no se si me olvidare de enumerar alguna. Para empezar tiene la ventaja física de que lubrica la conjuntiva y evita que se obstruyan los lacrimales, pero claro, ahora entiendo porqué tengo la piel tan seca, ¡si lo lloro todo me voy a deshidratar!.
Además tiene importantes beneficios emocionales, eso si, hay que llorar sola, porque sino el que esta contigo se empeña en decirte que “no llores más”.
¡Que manía!, es que QUIERO LLORAR, que me hace sentir mejor, aunque después parezco la versión poltergeist de mi misma con los ojos hinchados y la nariz congestionada.
Las mujeres tenemos una gran ventaja sobre los hombres, y es que tenemos un ciclo menstrual que nos permite, además de gastar un montón de dinero en tampones, tener una importante labilidad emocional, que nos permite llorar incluso si se nos queman las tostadas por la mañana.
- ¡Pobrecitas, que vida mas triste! (la de las tostadas, claro).
Eso no le pasa a nuestros compañeros en la vida, los hombres como casi no lloran, pues claro, se llenan de contracturas. Casi todos los hombres que conozco con más de 35, están contracturados aquí o allí.
- Claro, si lloraseis un poco mas, no os pasaría eso. Y además, tontos, nos entrarían ganas de consolaros y de quitaros las penas - todo ventajas.
De todas maneras, hay que mirar muy mucho donde se llora, no sirve cualquier sitio, vamos, que el autobús municipal o la fila del banco no son el mejor lugar.
 Hice un curso hace unos meses, en el que se trató este tema, entre otros, y la psicóloga nos dijo que un buen sitio para llorar es la ducha. Parece ser que el agua, siempre tan purificadora, ayuda y acompaña en este proceso, agua y lágrimas vertidas por el desagüe, que desperdicio.
Bueno, yo no he probado. La verdad, es que a las siete de la mañana no suelo tener ganas de llorar, soy mas vespertina, pero supongo que te debes de ahorrar un montón de dinero en clínex.
Pero como todo en esta vida, hay algo peor que llorar.
No poder hacerlo.
Cuando tienes esa sensación de nudo en la garganta que te atenaza, te constriñe, duele como si de verdad te presionase la traquea una fuerza invisible… Cuando quieres llorar y no puedes.
Eso, SI, duele de verdad.
Os invito a llorar un ratito cada día, si puede ser de risa, mucho mejor, sino de pena, también sirve, todo lo que lloras, sale de tu cuerpo en forma de agua de un delicioso sabor ligeramente salado, tibio...
 y ya no hace tanto daño.
Llora sola y después enjuga tus lágrimas en brazos de tu amado, estarás un poquito más cerca de la cima.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

déjame tus palabras, acompañando a las mías...