Hay que sacarse de dentro las cosas que hacen daño,
antes de que sea demasiado tarde, y compartir las cosas buenas y agradables,
porque nunca es demasiado pronto.
Supongo
que ese es el porqué.
Cuando
era niña y no hace tanto de eso, tenía un diario en el que escribía los
pormenores de mi cotidianeidad, que era por otra parte, de lo más cotidiana.
Cuando tenía algo que contar, las ideas fluían tan deprisa que escribía a toda
velocidad, pero a pesar de ello apretaba con la punta del bolígrafo (un Bic con
la tapa mordida) contra el papel y después pasaba la hoja y podía tocar en un
simulacro de Braille, el texto por el otro lado.
En
realidad, ya no era tan niña, estaba más bien inmersa en esa etapa cruel y
convulsa que es la adolescencia. Aunque siempre he sido muy niña, lo sigo
siendo ahora, solo que ahora además soy muy mujer. Pero ubicarlo exactamente en
el tiempo no tiene importancia en realidad.
Escribía
sobre lo humano y lo divino, no exactamente sobre lo que me pasaba, sobre los
acontecimientos que habían acaecido durante la jornada, creo que escribía más
bien sobre lo que me habían hecho sentir, como me habían hecho sentir.
Si en aquel entonces, hubiese decidido escribirlo en un formato digital, que apenas se utilizaba, habría perdido la magia del papel marcado, que es parte esencial de la impronta del texto. Ahora, lo más que puedo hacer es cambiar el formato de la letra, el tamaño, el color… que frialdad, escribo y por más que toco por detrás no noto más que el calor del monitor y la suavidad del polvo depositado, pero nada de Braille.
He
leído en alguna parte, que se crea un blog cada segundo y medio, pues la
verdad, que rapidez, yo he tardado un buen rato. Pero puede que tardase un
segundo y medio en decidir que lo haría. Las cosas no hay que pensarlas
demasiado, solo lo justo para hacerlas y ya está. Si lo pensásemos todo tres
veces, el mundo iría a cámara lenta, como en una moviola triste y aburrida. En
realidad, no me gustan las estadísticas, lo convierten todo en número,
incluidas las personas, tengo, DNI, nº de la seguridad social, nº de expediente
en el trabajo en el medico, nº de cuenta en el banco, con una cuenta llena de
números (que no de dineros) y menos mal que no estoy fichada, sino tendría otro
número más. Yo prefiero la versión contraria, "desconvertir" los
números: en ideas, en palabras, en vida. Mama, yo de mayor quiero ser “desconvertidora”.
En realidad,
este formato digital tiene una ventaja, que la vida se narra en el orden que
sucede y cada idea se sobrepone sobre las anteriores, sin perder estas, todo se
puede consultar, todo se puede comentar, aunque no vale todo. Y también tiene
una desventaja, tiene un poco de íntimo exhibicionismo, lo que cuentas en el
blog es público, aunque lo escribas con sentimiento de privacidad. Debería ser
como los buenos desnudos, los que no dejan verlo todo, en los que tienes que
imaginar parte de la estampa. ¿Cómo se escribe un desnudo tapado con un fino
velo transparente? ¿Cómo se cuenta todo sin escribir todas las palabras?,
probaré.
Creo
que lo que hay que hacer es una deconstrucción de lo vivido, para, una vez
procesado, reconvertirlo en texto. Es como en la cocina, la deconstrucción de
la tortilla de patata que es básicamente hacer una tortilla, pero ponerle un
nombre muy largo al plato y cobrarte el triple en un restaurante. Y si lo
nombramos en francés, “déconstruction de l'omelette“ entonces puedes cobrar
cuatro veces más. Es más, somos tan tontos, que nos parece que el español es
poca cosa, y entonces todo lo travestimos a otros idiomas, pero con términos
impuros, que es lo que se lleva.
Aun
me queda mucho por hacer, pero estoy en el buen camino. Se suele decir, que hay
que plantar un árbol, tener un hijo y escribir un libro. Pues yo ya tengo
plantado un nogal en mi jardín, he tenido tres hijos y estoy buscando el libro
de poemas que escribí en mi adolescencia a ver si la vida me lo convalida, y ya
tengo la triada.
Escribir
en un blog, también puede servir, ¿no?, por si no encuentro los poemas en el
trastero, después de tantas mudanzas, a saber dónde estarán los pobrecitos.
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