jueves, 17 de noviembre de 2022

POR QUE RAZON ESCRIBIRLO (¿y por qué no?)

Hay que sacarse de dentro las cosas que hacen daño, antes de que sea demasiado tarde, y compartir las cosas buenas y agradables, porque nunca es demasiado pronto.

Supongo que ese es el porqué.

Cuando era niña y no hace tanto de eso, tenía un diario en el que escribía los pormenores de mi cotidianeidad, que era por otra parte, de lo más cotidiana. Cuando tenía algo que contar, las ideas fluían tan deprisa que escribía a toda velocidad, pero a pesar de ello apretaba con la punta del bolígrafo (un Bic con la tapa mordida) contra el papel y después pasaba la hoja y podía tocar en un simulacro de Braille, el texto por el otro lado.

En realidad, ya no era tan niña, estaba más bien inmersa en esa etapa cruel y convulsa que es la adolescencia. Aunque siempre he sido muy niña, lo sigo siendo ahora, solo que ahora además soy muy mujer. Pero ubicarlo exactamente en el tiempo no tiene importancia en realidad.

Escribía sobre lo humano y lo divino, no exactamente sobre lo que me pasaba, sobre los acontecimientos que habían acaecido durante la jornada, creo que escribía más bien sobre lo que me habían hecho sentir, como me habían hecho sentir.



Si en aquel entonces, hubiese decidido escribirlo en un formato digital, que apenas se utilizaba, habría perdido la magia del papel marcado, que es parte esencial de la impronta del texto. Ahora, lo más que puedo hacer es cambiar el formato de la letra, el tamaño, el color… que frialdad, escribo y por más que toco por detrás no noto más que el calor del monitor y la suavidad del polvo depositado, pero nada de Braille.

He leído en alguna parte, que se crea un blog cada segundo y medio, pues la verdad, que rapidez, yo he tardado un buen rato. Pero puede que tardase un segundo y medio en decidir que lo haría. Las cosas no hay que pensarlas demasiado, solo lo justo para hacerlas y ya está. Si lo pensásemos todo tres veces, el mundo iría a cámara lenta, como en una moviola triste y aburrida. En realidad, no me gustan las estadísticas, lo convierten todo en número, incluidas las personas, tengo, DNI, nº de la seguridad social, nº de expediente en el trabajo en el medico, nº de cuenta en el banco, con una cuenta llena de números (que no de dineros) y menos mal que no estoy fichada, sino tendría otro número más. Yo prefiero la versión contraria, "desconvertir" los números: en ideas, en palabras, en vida. Mama, yo de mayor quiero ser “desconvertidora”.

En realidad, este formato digital tiene una ventaja, que la vida se narra en el orden que sucede y cada idea se sobrepone sobre las anteriores, sin perder estas, todo se puede consultar, todo se puede comentar, aunque no vale todo. Y también tiene una desventaja, tiene un poco de íntimo exhibicionismo, lo que cuentas en el blog es público, aunque lo escribas con sentimiento de privacidad. Debería ser como los buenos desnudos, los que no dejan verlo todo, en los que tienes que imaginar parte de la estampa. ¿Cómo se escribe un desnudo tapado con un fino velo transparente? ¿Cómo se cuenta todo sin escribir todas las palabras?, probaré.

Creo que lo que hay que hacer es una deconstrucción de lo vivido, para, una vez procesado, reconvertirlo en texto. Es como en la cocina, la deconstrucción de la tortilla de patata que es básicamente hacer una tortilla, pero ponerle un nombre muy largo al plato y cobrarte el triple en un restaurante. Y si lo nombramos en francés, “déconstruction de l'omelette“ entonces puedes cobrar cuatro veces más. Es más, somos tan tontos, que nos parece que el español es poca cosa, y entonces todo lo travestimos a otros idiomas, pero con términos impuros, que es lo que se lleva.

Aun me queda mucho por hacer, pero estoy en el buen camino. Se suele decir, que hay que plantar un árbol, tener un hijo y escribir un libro. Pues yo ya tengo plantado un nogal en mi jardín, he tenido tres hijos y estoy buscando el libro de poemas que escribí en mi adolescencia a ver si la vida me lo convalida, y ya tengo la triada.

Escribir en un blog, también puede servir, ¿no?, por si no encuentro los poemas en el trastero, después de tantas mudanzas, a saber dónde estarán los pobrecitos.


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