miércoles, 3 de diciembre de 2014

HUMEDO LAMENTO

Al fondo del camino le estaba esperando su amado.
Galia caminó despacio atravesando la sinuosa pasarela. A cada paso que daba estaba más cerca de él pero, tan lejos aún. Notaba la humedad en su rostro, la humedad salada del agua que se mecía tranquila bajo los “ojos” del camino.
Siguió avanzando, paso a paso. Se le antojaba lejano el final, el punto donde él esperaba.
Rozó su mejilla, húmeda, ¿acaso las gotas de mar se posaban en ella?
No quería llorar por él, era la bruma marina lo que apartaba de su cara.  Seguro.
Estaba cerca, llegando, sólo unos pasos más y estarían juntos.
De pronto, la mar, hasta entonces tranquila, arrancó con una ola quebrada la imagen de aquél que le estaba esperando.
Y todo volvió a estar en calma.

En ese mismo momento despertó y fue consciente de que, de sus ojos, manaba un húmedo lamento.

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